1910. – EL NACIMIENTO.
Corrían los últimos días de 1909 cuando, en uno de los potreros cercanos a la estación Vélez Sarsfield del ferrocarril (hoy Floresta), una lluvia torrencial arruinaba como de costumbre un esbozo de partido de fútbol. Tres de los jóvenes que allí estaban eran Julio Guglielmone, Martín Portillo y Nicolás Marín Moreno, quienes buscaron refugio en el túnel de la estación. Sentados en el suelo comenzaron a soñar con lo lindo que sería fundar un club y jugar de veras, con cancha marcada, arcos en forma y hasta camisetas. El 1º de enero, día de año nuevo, Marín Moreno abrió las puertas de su casa para discutir ese asunto. Al cabo de unas horas estaba todo resuelto: allí mismo se formalizó la fundación del Club Atlético Argentinos de Vélez Sarsfield, se designó a Luis Barredo como primer presidente, se integraron dos equipos (uno de tercera y otro de cuarta división) y se decidió usar como uniforme camisetas blancas, porque eran las más fáciles de conseguir. El argumento no admitía réplicas.
LA PRIMERA CANCHA.
En un potrero comprendido entre las calles Ensenada, Provincias Unidas (hoy Juan Bautista Alberdi), Mariano Acosta y Convención (hoy José Bonifacio) el flamante club demarcó con líneas de cal su campo de juego. Los arcos, desarmables, eran cargados por los más fuertes los días de los partidos, concertados por el clásico “se aceptan desafíos” escrito con tiza o carbón en alguno de los tantos paredones. De vestuarios, ni hablar. El pudor quedaba a salvo cambiándose detrás de algún árbol.
1911. – CAMBIO DE COLORES.
Se mantiene el blanco en la camiseta pero se le adosan cuello y puños color punzó.
1912. – SIGUEN LOS CAMBIOS.
Esta vez se resuelve que camisetas azul marino y pantalones blancos se transformen en el uniforme oficial. En la misma reunión de Comisión Directiva que tomó esta decisión se recomendó a los jugadores que compraran sus camisetas en la tienda de la calle Candelaria, entre Rafaela y Provincias Unidas.
LA AFILIACION.
Argentinos de Vélez Sarsfield se afilia a la Asociación Argentina de Football. Inscribe tres equipos de tercera, ya que en la cuarta no podían jugar los mayores de 16 años. En septiembre se resuelve desafiliarse, debido a “los desacertados manejos en la dirección del football que se efectúan en detrimento de los intereses generales de los clubes afiliados y en particular del nuestro”. En la misma reunión, realizada el 5 de septiembre, se aprueba la afiliación a la Federación Argentina de Football, de reciente creación. Enseguida, Vélez recibe el refuerzo de varios jugadores de San Lorenzo, alejados de ese club por una crisis interna. Con esos y otros buenos valores, el equipo llega a jugar, el domingo 29 de diciembre de 1912, la final por el título de Segunda División contra Tigre en cancha de Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires. Vélez pierde ese partido por 4-2, pero eso no desluce su gran mérito de haber llegado hasta tal instancia en el mismo año de su afiliación, y a apenas dos años de su fundación.
1913. – JOSE AMALFITANI.
El 7 de febrero se acepta la inscripción de 10 nuevos socios, entre ellos José “Pepe” Amalfitani. El 23 de noviembre, en reunión de Comisión Directiva, se resuelve abreviar el nombre del Club, que adquiere así su denominación actual. También se decide que, para poder jugar, los integrantes de los distintos equipos se deberán asociar pagando una cuota inicial de $ 1 y $ 0,50 por mes.
NUEVA CANCHA.
Vélez Sarsfield comienza a avanzar sobre el oeste de la ciudad. Alquila un terreno en la llamada “Quinta de Figallo” e instala su cancha en la calle Tapalqué, entre Escalada y Chascomús, en el barrio de Mataderos. La ventaja sobre la anterior es el agua, que se obtiene de un molino de viento.
1914. – OTRO TRASLADO.
Con José Amalfitani como vicepresidente, Vélez se traslada a la zona norte de Villa Luro y ubica su cancha en el terreno limitado por las calles Bacacay, Víctor Hugo, Cortina y el arroyo Maldonado, que corría junto al viejo camino de Gauna (después Avenida Gaona).
1915. – OTRA VEZ EN LA ASOCIACION.
Desaparece la Federación Argentina de Football y Vélez retorna a la Asociación Argentina de Football.
1916. – NO DEJEMOS AFUERA A PEPE.
José Forrester, una de las grandes figuras del equipo, renuncia como socio. Eso provoca una reunión de emergencia de la Comisión Directiva, en la que se comprueba que tomaba esa decisión porque, sin trabajo, no podía pagar la cuota social de $ 0,50. La Comisión Directiva resuelve no dejar afuera a Pepe y permitirle que juegue sin que pague la cuota hasta que consiga trabajo.
LA TRICOLOR.
El 14 de marzo, la Comisión Directiva decide que el uniforme oficial del Club será camiseta a rayas verticales rojas y verdes, separadas por una raya blanca muy finita.
1917. – LA FINAL CON DEFENSORES.
A apeñas siete años de su creación, Vélez queda en los umbrales del ascenso a Primera, al perder por 3-2 el 2 de diciembre la final de Intermedia ante Defensores de Belgrano. Sobre el final del partido, jugado en cancha de Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires, un penal casi otorga el empate al equipo velezano y deja algunas dudas, ya que el arquero defensorista lo ataja cuando la pelota ya había traspuesto la línea. La revancha llegará apenas dos años más tarde, al lograr Vélez un muy merecido pasaje a Primera.
1919. – CISMA Y CAMBIO.
A raíz de una burda y terriblemente injusta maniobra del Consejo Superior en contra de Vélez, urdida por aquellas entidades con mayor representatividad en ese órgano con la clara intención de perjudicar al Club en sus chances de ascender a Primera, seis de las principales entidades del fútbol argentino alzan su voz de protesta y, tras ser desafiliadas en otra medida tan insólita como improcedente, resuelven junto con otras siete instituciones -también expulsadas luego de protestar ese último fallo- separarse de la Asociación Argentina de Football y crear una nueva organización, que llevará el nombre de “Asociación Amateurs de Football”. Vélez, que al momento del cisma no sólo era uno de los principales candidatos a subir a la categoría de privilegio sino que además cumplía un papel muy destacado en la Copa Competencia -que disputaban tanto los equipos del principal certamen de ascenso como los de Primera-, pasa a jugar en la divisional superior de la asociación naciente, tras aprobar una asamblea de socios su ingreso a ese ente por 317 votos contra 1. Los clubes que acompañan a Vélez en la Asociación Amateurs son Racing, River, Independiente, San Lorenzo, Platense, Quilmes, Gimnasia y Esgrima La Plata, Atlanta, Tigre, Defensores de Belgrano, Estudiantil Porteño, Sportivo Barracas, San Isidro y Estudiantes.
SUBCAMPEON.
Terminado el campeonato, y pese a ser este el año de su debut en la división, el conjunto velezano finaliza en la segunda posición con 20 puntos, a sólo seis de un Racing que obtiene su séptimo título consecutivo. Sobre un total de 13 partidos jugados, el equipo ganó nueve, empató dos y perdió otros dos, convirtiendo 21 goles y sufriendo solamente ocho en valla propia.
1923. – AMALFITANI PRESIDENTE.
La asamblea de socios realizada el 13 de marzo elige como presidente a José “Pepe” Amalfitani. Para poder cumplir bien con tamaña responsabilidad, el flamante titular velezano renuncia al puesto de cronista deportivo que tenía en el diario La Prensa. Ese puesto lo pasa a ocupar su amigo íntimo José María Lebrón, quien se jubiló como jefe de la Sección Deportes.
1924. – LA CANCHITA DE BASUALDO.
El club alquila un nuevo terreno, esta vez en Villa Luro sur. Por 20 años instala el campo de juego y levanta sus tribunas en el predio ubicado entre las calles Basualdo, Schmidel, Pizarro y Guardia Nacional. El partido inaugural se jugó el 16 de marzo contra River Plate y fue un empate en dos tantos. Los dos goles de Vélez los convirtió el delantero Ángel Sobrino, quien tuvo asimismo el orgullo de marcar el primero visto en la nueva cancha a los 14 minutos de juego.
1928. – VER JUGAR DE NOCHE.
El 7 de diciembre Vélez produce un hecho histórico: se juega en su estadio el primer partido nocturno del fútbol argentino. Para que ello fuera posible, se instalaron postes de madera alrededor del campo de juego, que sostenían 39 focos eléctricos de 3.000 bujías cada uno. Como el acontecimiento lo merecía, se organizó un importante encuentro, que animaron un combinado de inolvidable figuras de la Asociación y la selección olímpica que, apenas meses antes, había traido al país la medalla de plata desde Amsterdam, tras perder la final contra Uruguay. Ganaron los olímpicos 3 a 1, con goles de Roberto Cherro, “Nolo” Ferreira y Cesáreo Onzari. El tanto del Combinado lo marcó Manuel Seoane.
EL PRIMER ENTRENADOR.
Luis Martín Castellano, un profesor de Educación Física que había jugado al fútbol en All Boys, se convierte en el primer entrenador de equipos de clubes. Vélez lo contrata con la intención de salvar al equipo de su delicada situación en la tabla, ya que para evitar el descenso tenía que obtener seis puntos sobre ocho posibles. Castellano lo consiguió (obtuvo siete) y la Comisión Directiva lo designó Socio Protector y le entregó una medalla en reconocimiento. Al año siguiente clasificó al equipo tercero, y siguió desempeñando esas funciones en el Club hasta 1936.
1929. – EL PRIMER GOLEADOR.
Recuperado de una lesión que en 1928 lo hiciera jugar en forma esporádica, el centrodelantero velezano Ángel Sobrino retorna a su nivel habitual y con 14 tantos (más del 60 % de la producción ofensiva del equipo) se convierte en el goleador del campeonato, superando por uno a la “Chancha” Seoane, de Independiente.
1930. – CON BERNABE FERREYRA Y VARALLO EN UNA GIRA TRIUNFAL.
Entre fines de 1930 y principios de 1931, el Club realiza una recordada gira por el Pacífico, presentándose en Chile, Perú, Cuba, México y los Estados Unidos. Juega 25 partidos con un resultado asombroso: 20 ganados, 4 empatados y uno solo perdido, ante los norteamericanos de Fall River, en Rhode Island. El plantel estuvo integrado por 17 jugadores, 10 de ellos de Vélez y los demás refuerzos de otros clubes cedidos gratuitamente, como era habitual en la época amateur. Los jugadores de Vélez fueron el arquero Caucia (quien, a la vez, se desempeño como corresponsal del vespertino La Razón), Forrester, De Sáa, Alfredo Sánchez, Devoto, Arroupe, Quiroga, Alberto Álvarez, Spraggón y Garbini. Los refuerzos: Fernando Paternoster (Racing), Bernabé Ferreyra (Tigre), Francisco Varallo (Gimnasia y Esgrima La Plata), Carlos Volante (Platense), el arquero Gerónimo Díaz (Newell’s), Agustín Peruch (Newell’s) y Alberto Chividini (Central Norte de Tucumán). Bernabé, quien dos años más tarde sería transferido por Tigre a River en una suma millonaria, y Varallo, que había jugado el Mundial de Uruguay en el año de comienzo de la gira, asombraron por su capacidad goleadora: Bernabé marcó 38 goles y Varallo 16, del total de 84 goles a favor y 32 en contra que fue el saldo de la gira. Para comprender la importancia de la gira basta con señalar que Vélez jugó su primer partido el 30 de noviembre de 1930, en Chile, y la delegación regresó recién el 27 de abril de 1931. De acuerdo al contrato, Vélez percibió $ 10.000 pesos moneda nacional libre de gastos y los jugadores un viático diario de $ 250.
1932. – EL FORTIN DE VILLA LURO.
El 13 de setiembre de 1932, Vélez tenía que recibir a San Lorenzo de Almagro. En las ediciones quinta y sexta del diario Crítica se anunció el partido (el día anterior) con el siguiente título a toda página: “¿San Lorenzo hará rendir mañana el Fortín de Villa Luro?”. El autor del título fue el jefe de la página deportiva del entonces más popular de los vespertinos: Hugo Marini. Ese partido contra San Lorenzo terminó 1 a 1. El siguiente partido como local fue ante River, que ese año sería el campeón. También fue empate: 0 a 0. En las páginas de El Gráfico se reflejó este comentario: “Debemos reconocer que uno de los últimos aciertos en materia de definiciones es la de haber bautizado el field de Vélez Sarsfield con el nombre de Fortín. Pocas canchas, en realidad, tan bien custodiadas como ésa por los hombres que tienen a su cargo la defensa. Pocos elementos tan conocedores de su terreno y tan baqueanos para desplazarse con seguridad y eficacia en la superficie de esa cancha, una de las muy pocas que conservan, tribunas incluidas, su característica de cosa de la barriada, de reducto en el que los domingos depositan sus preocupaciones y su curiosidad la gente del lugar. Semiescondida en un remolino de callejuelas sin empedrar, la cancha de Vélez Sarsfield exige que el forastero que llegue a ella efectúe el trayecto desde la calle Rivadavia hasta el field cruzando por entre una doble fila de casitas humildes desde las cuales hacen guardia las familias enteras, presentando las armas de sus miradas analizadoras. Y porque está así, resguardado por esa muralla de casitas y de miradas, y porque lo han enclavado allá, en un remolino de callejuelas polvorientas y accidentadas, el field de Villa Luro es un verdadero fortín. Dentro de él, los comandantes han emplazado a media docena de muchachos que son otros tantos fornidos y valientes soldados. No respondo de lo que puedan hacer en canchas ajenas, pero ahí, en la de ellos, Curti, Forrester, De Sáa, Maggiolo, Victorio Spinetto y De Filippo son otros tantos patriotas que pelean sin un desmayo por el prestigio de la barriada” (Publicado en El Gráfico, el 20 de mayo de 1933).
LA SEDE FRENTE AL FÉNIX.
El 15 de diciembre, el Club estrena su sede social ubicada frente al cine-teatro Fénix.
1933. – LA V AZULADA.
La ahora oficial camiseta blanca con la V azulada en el pecho comenzó a usarse a partir del 30 de abril de 1933. Sucedió que había que renovar el stock de las tradicionales a rayas rojas, verdes y blancas, pero no había existencias de ellas. No era fácil conseguirlas, porque la industria textil argentina era insignificante y se las traía desde Inglaterra. Un tendero ofreció entonces un juego que le quedó “de clavo”. Las habían encargado para un equipo de rugby y nunca las fueron a retirar. A los dirigentes les pareció bien, porque habían comenzado a imponerse cambios en el diseño de otros equipos. La “V” azulada fue rápidamente aceptada y no volvió a cambiarse, quedando el de rayitas verdes, rojas y blancas y después la azul con la V blanca como uniformes alternativos.
1940. – EL DESCENSO.
Los años ‘40 comenzaron promisoriamente. El equipo, que había partido en gira hacia México, El Salvador y Chile el 6 de diciembre de 1939, regresó en febrero de 1940 con un saldo altamente favorable: 10 partidos jugados, 6 ganados, 2 empatados y 2 perdidos, con 32 goles a favor y 18 en contra. En el campeonato, las cosas fueron distintas. Vélez deambulaba por los últimos puesto cuando, a 5 fechas del final, recibió a Independiente, que peleaba el campeonato con Boca. Ganó Vélez 5 a 4 en un partido dramático, en el que el referí Carou le anuló otros dos goles legítimos. Independiente quedó a tres puntos de Boca y ya no lo alcanzaría más, pero encontró una forma de vengarse. En la última fecha debían enfrentarse Atlanta e Independiente, en Villa Crespo, y Vélez y San Lorenzo, en El Fortín de Villa Luro. Descendían dos. Uno ya estaba condenado: Chacarita Juniors. Vélez llegó a esa instancia con un punto de ventaja sobre Atlanta. El partido contra San Lorenzo se jugó con la mirada en el tablero de Alumni. Sugestivamente, a los 4 minutos Atlanta le ganaba al equipo que sería el subcampeón por 2 a 0. Cuando terminó el primer tiempo, esa ventaja se ampliaba a 6 a 0, pese a que el arquero de Independiente era el internacional Fernando Bello. En el segundo tiempo, los visitantes hicieron 4 goles. El partido terminó 6 a 4. En Villa Luro, mientras tanto, venció San Lorenzo con dos goles del español Isidro Lángara. Días después, los diarios informaban que José “Pepe” Batagliero, el mejor defensor de Atlanta, había sido cedido sin cargo a Independiente. Muchos encontraron en ese pase la explicación al inexplicable 6 a 4 conseguido por Atlanta. Para la historia, quedó escrita esta reflexión del periodista Pablo A. Ramírez: “Nunca antes, ni tampoco después, se llegaría a un final tan poco ético, en que una maniobra tan antideportiva, se consumara sin la menor sutileza, porque todo fue visible, inocultable”. Las consecuencias fueron nefastas: el Club debió desalojar en 1941 los terrenos que ocupaba en Basualdo y Schmidel, el plantel profesional se desbandó y cientos de socios renunciaron. La mayoría de los que quedaban fueron en busca de José Amalfitani ante el peligro de extinción, porque ya muchos consideraban que Vélez sólo sobreviviría fusionándose con otro club. En ese momento, Amalfitani pronunció un alegato que conmovió a todos, a tal punto que, en ese mismo momento, se decidió designar una Comisión Cooperadora (como en las escuelas) para apuntalar a la tambaleante Comisión Directiva. Por supuesto, Amalfitani formaba parte de ella. Las palabras de Don Pepe fueron premonitorias: “Señores, yo no he venido al funeral de Vélez Sarsfield. ¡Qué me importa la segunda división o la tercera si Vélez Sarsfield paseó su divisa triunfal por todo un continente! ¡Mientras haya 10 socios, el club sigue en pie!” (10 socios era el mínimo permitido por los estatutos).
1941. – AMALFITANI PRESIDENTE.
El 26 de enero, una asamblea de socios designa presidente a José Amalfitani. Vice, su íntimo amigo Francisco Pizza, quien celebró con una risueña ironía la decisión de los asociados: “Tano, vos no tenés pinta de dirigente: sos chiquito, feo y arrugado”. Amalfitani, que en ese momento tenía 46 años, sería presidente desde entonces hasta el día de su muerte, ocurrida el 14 de mayo de 1969.
1943. – INAUGURACION DE LA CANCHA EN LINIERS.
En Segunda División y sin cancha se consiguió la cesión del pantano del Maldonado por parte de las autoridades del Ferrocarril Oeste. Eran terrenos anegadizos, considerados irrecuperables por todo el mundo salvo para Amalfitani y un grupo de colaboradores. En algo más de dos años consiguieron rellenarlos. Cuando lo lograron, levantaron las tribunas con los tablones del viejo Fortín. El 11 de abril, en medio de unos festejos extraordinarios, Vélez, por fin, inauguraba su propio campo de juego en un partido amistoso contra River, el campeón, que terminó 2 a 2. Juan José Ferraro hizo el primer gol en la nueva cancha a los 3 minutos, aumentó Ángel Fernández y después empató Pedernera convirtiendo los dos goles de River.
1943. – DALE CAMPEÓN.
Después de un cuarto puesto en 1941 y del tercero de 1942, Vélez salió campeón y ganó el retorno a Primera División, al coronar una excelente campaña con 24 partidos ganados, 7 empatados y 3 derrotas con un equipo integrado habitualmente por Rugilo; Curutchet y Angrisano; Cuenya, Herrero y Ovide; Heisecke, Aurelio, Ferraro, Bermúdez y Ángel Severiano Fernández. Con 27 tantos, Ferraro fue el máximo goleador. Victorio Spinetto ejercía las funciones de director técnico desde el 11 de agosto de 1942, cuando reemplazó a Domingo Tarasconi. Como antes, sonó profética la voz de Amalfitani, esta vez ya en su función de presidente: “Reconozcamos, sí, que merecía Vélez esta vuelta, pero, también, que lo más importante no es lo hecho, sino lo que habrá que hacer”.
1945. – LA VENGANZA ESPERADA: 8 A 0 A INDEPENDIENTE.
Fue uno de los triunfos más celebrados por socios y simpatizantes. El título del diario La Razón fue bien explícito: “Acreedor de nítida memoria, cobróse Vélez vieja cuenta”. La referencia, obvia, estaba dedicada a la definición del descenso en el torneo de 1940.
1946. – POR FIN PROPIETARIOS.
Se aprueba en asamblea la compra de los terrenos de Barragán y Gaona, que Vélez ya ocupaba con su viejo estadio de madera y donde un año más tarde comenzará la construcción de uno de los estadios más modernos y confortables de toda Sudamérica, orgullo de los velezanos y del fútbol argentino todo.
1947. – PIEDRA FUNDAMENTAL.
Se coloca la piedra fundamental para la construcción del actual estadio velezano. Los viejos tablones de madera del Fortín de Barragán y Gaona comienzan a ser reemplazados por una imponente estructura de cemento, que será inaugurada en 1951 para orgullo de los velezanos y del fútbol argentino todo
1951. – EL ESTADIO DE CEMENTO.
El 22 de abril, Vélez se puso a la altura de los grandes: en el mismo predio que ocupaba desde comienzos de la década del ‘40, y luego de tres años de ejercer la localía en otras canchas, inauguró un estadio totalmente nuevo, de cemento prácticamente en su totalidad. Esa tarde, para completar la fiesta, el equipo le ganó a Huracán por 2 a 0 con dos goles del puntero Raúl Nápoli.
ALBERTO CASTILLO MEDICO DEL EQUIPO.
Apenas finalizó el campeonato, Vélez inició una gira por Brasil que abarcó desde el 6 de diciembre hasta el 16 de enero de 1952. En las playas de la ciudad de Pernambuco se insolaron Zubeldía, Nápoli y Scrugli. No había médico en la delegación y el dirigente José R. Feijóo, que la presidía, fue en búsqueda del cantor Alberto Castillo, tras haber visto un aviso anunciando la actuación del ídolo del tango en esa ciudad. Castillo, hincha de Vélez desde siempre (había nacido en Juan Bautista Alberdi y Homero, en la frontera entre Villa Luro y Mataderos) curó a los jugadores, los asistió y decidió quedarse con la delegación como médico hasta que terminó la gira, para lo que debió ajustar sus presentaciones en las mismas ciudades en que jugaba Vélez Sarsfield.
1953. – SUBCAMPEON.
Era la más brillante campaña de toda la historia. El equipo estaba para campeón y River era el único rival que podía evitarlo. Se enfrentaron, ya en la segunda rueda y en Núñez, el 23 de agosto. A los 63 minutos, gol de Norberto Conde: Vélez 1 a 0. Enseguida, el árbitro inglés Mr. Dickens comenzó a impartir injusticia: Gambardella, el “ocho” de River, atropelló al arquero Adamo cuando éste tenía la pelota en sus manos, y los expulsó a los dos. En esos tiempos no había reemplazos autorizados y el puntero derecho Sansone pasó a jugar de arquero. Poco después, Dickens expulsó al zaguero central Ángel Allegri por un foul al intocable Ángel Labruna. Con nueve hombres, Vélez mantuvo la ventaja hasta el final del primer tiempo. En el segundo empató Prado a los 9 minutos pero a los 43 el puntero izquierdo Mendiburu convirtió el gol que era, prácticamente, la victoria. Pero Mr. Dickens volvió a tallar, expulsándo al propio Mendiburu por tirar una pelota afuera. Faltando un minuto para el final, Vélez quedaba con ocho hombres. Con el tiempo cumplido llegó un centro al área chica de Vélez, Mantegari cargó sobre Sansone y lo metió con pelota y todo adentro del arco. Era foul, pero el referí pitó gol. La injusticia estaba consumada. Los jugadores de Vélez, emocionados ante tanto derroche de coraje, dieron la vuelta olímpica frente al delirio de sus simpatizantes. Como quería Mr. Dickens, River se quedó con el título y Vélez fue subcampeón. El equipo habitual lo integraron: Adamo; Huss y Allegri; Ovide, Ruiz y García Fierro; Sansone, Conde, Ferraro, Zubeldía y Mendiburu. El director técnico, desde 1942, seguía siendo Victorio Spinetto.
1954. – LA PILETA OLÍMPICA.
Vélez inaugura su pileta olímpica, recibiendo el aplauso unánime de toda la sociedad. Los medios gráficos, radiofónicos y cinematográficos de la época se hacen eco de la noticia y la difunden con grandes elogios. “Esfuerzo formidable, increíble para quienes vieron lo que era Vélez Sarsfield hace diez años, que entre otros muchos brindará dos beneficios inmediatos: el de llevar la natación a un sector de la ciudad que hasta este instante no la tenía muy a su alcance, y el de darles a las grandes competencias el escenario digno de ellas”, publica la revista El Gráfico sobre el acontecimiento.
1956. – NUEVAS ACTIVIDADES.
Tres nuevas e importantes actividades comienzan a practicarse en el Club: vóley, judo y pesas. Asimismo, se crea la primera Subcomisión de Cultura.
1966. – VISITA DE ILLIA.
En una visita al Club, el presidente de la Nación, Arturo Illia, deja de manifiesto su admiración por la obra realizada por Don Pepe Amalfitani, a quien destaca como ejemplo para la dirigencia deportiva argentina.
1968. – ¡CAMPEONES!.
Fue un año excepcional. En el primer campeonato (el Metropolitano), el equipo llegó a semifinales, instancia en la que perdió por 1 a 0 con Estudiantes, en cancha de Racing. Y continuó con los buenos resultados al comenzar el Nacional. Manuel Giúdice era el técnico y el profesor Russo el preparador físico. Dos victorias fueron significativas: 2 a 1 a River (goles de Wehbe y Solórzano) y 11 a 0 a Huracán de Bahía Blanca (cinco de Wehbe, cuatro de Luna, Solórzano y Bianchi), que sería decisivo luego, en la definición por diferencia de goles. A la última fecha se llegó con River y Racing igualados en el primer puesto, y Vélez segundo a un punto. En la última fecha jugaban Racing y River, en Avellaneda, y Vélez-Huracán, en Liniers. Racing y River empataron (1 a 1) y Vélez venció 2 a 0 (Solórzano y Nogara) por lo que se llegó a un triple empate en el primer puesto. Fue necesario jugar un triangular de desempate, que tuvo como escenario al viejo “Gasómetro” de San Lorenzo. El 19 de diciembre, River le ganó a Racing 2 a 0; el 22 le tocó el turno a River y Vélez. Si River ganaba, era campeón. A los 11 minutos, José Luis Luna, de tiro libre, puso en ventaja a Vélez. A los 35, empató Daniel Germán Onega. El partido se moría con un empate que a River le aseguraba el primer puesto pero no el campeonato cuando, a los 37 minutos del segundo tiempo, Cubilla tiró un centro, Daniel Onega peinó la pelota hacia atrás y Recio la cabeceó hacia el arco. El arquero, Marín, había quedado descolocado en la jugada previa y era gol, irremediablemente. El lateral derecho Luis Gregorio Gallo se arrojó y la rechazó. La pelota quedó ahí, a metros del arco, y Marín la atrapó cuando el “Chamaco” Rodríguez cargó sobre él. El árbitro, Guillermo Nimo, cobró foul del jugador de River. Días después, una fotografía permitía sospechar que Gallo había rechazado la pelota con la mano. Gallo, ya fallecido, siempre dijo que le pegó en el hombro, y Nimo, que en ese instante lo tapó un jugador y no vio ninguna infracción. Hasta hoy se mantiene la discusión. El último partido era decisivo. Si Vélez le ganaba a Racing, era campeón por diferencia de gol. Si empataba, el título era para River. Se jugó el 29 de diciembre. Moreyra, que en ese partido reemplazó a Alberto Ríos, suspendido, convirtió el primer gol. Empató el “Bocha” Maschio, que esa tarde jugaba su último partido. En el entretiempo, Giúdice ordenó un cambio: salió Nogara y entró Carlos Bianchi, un juvenil que le venía respondiendo con goles cada vez que entraba, generalmente en reemplazo de Wehbe o de Daniel Willington. En el segundo tiempo, el “Turco” Wehbe marcó dos goles, pero a los 44 Martinoli achicó las diferencias. En el último minuto, foul de Perfumo a Willington dentro del área. Penal y gol de Wehbe: 4 a 2. Vélez campeón. Desde los viejos tablones del Gasómetro de Boedo, un canto de alegría surgió para recorrer toda la ciudad hacia el oeste: Papá Noel, papá/ Papá Noel/ dejó este campeonato/ en el barrio de Liniers… Los nombres de Marín; Ovejero y Atela; Gallo, Solórzano y Zóttola; Luna, Ríos, Wehbe, Willington y Nogara, junto a los de Carlos Bianchi, Moreyra, Canosa y Carone, están en letras de bronce en el Monumento a los Campeones que hoy se levanta a metros de la entrada principal del Estadio José Amalfitani.
1969 – SIN PALABRAS.
El 14 de mayo de 1969 muere José Amalfitani.
LUCES EN EL AMALFITANI.
En un amistoso contra el Santos de Pele, disputado el 6 de diciembre, Velez inaugura la mejor iluminación de America en campos deportivos. El proyecto de Don Pepe Amalfitani fue llevado a cabo por la empresa Siemens Argentina, y escapaba a toda iluminación comun. Cuatro torres de 45 metros de altura con focos de cuarzo-yodo y lamparas HKI combinadas establecían las bases de una iluminación que aseguraba lo mas moderno en la materia, a tal punto que con ella ya no habria que modificar nada cuando se impusiera la televisacion en colores. Grandes figuras del deporte argentino, como el remero Alberto Demiddi, accedieron al partido, que terminó empatado 2-2 y en el que Vélez se presentó con un juego de camisetas del club carioca Fluminense. Pese a tantos invitados de relevancia, las máximas estrellas de la noche fueron claramente Pelé y Daniel Willington, quien luego de fotografiarse con el jugador brasileño jugó como para demostrar que no tenía mucho que envidiarle.
1971. – UNA TRISTEZA SIN FIN.
Liniers era una fiesta la tarde del 3 de octubre. El Amalfitani estaba copado por más de 35.000 velezanos, dispuestos a presenciar la consagración del mejor equipo del año. Se jugaba la última fecha del Metropolitano y Vélez, líder con un punto de ventaja sobre Independiente, recibía a Huracán, mientras los “rojos” hacían lo propio con Gimnasia y Esgrima. El equipo, casi el de siempre: Marín; Nieva y Avanzi; Gallo, Lapalma y Ferrari; Lamberti, Ríos, Bianchi, Benito y Oruezábal. Ferrari y Oruezábal entraban en reemplazo de Zóttola y Bentrón, respectivamente. Director técnico era el chileno Andrés Prieto. El empate bastaba para dar la vuelta pero antes del minuto de juego, un gol del puntero derecho Lamberti desató la euforia. ¡Dale campeón! ¡Dale campeón! ¿Qué otra cosa podía ser Vélez esa tarde? A los 35, gol de Huracán: Giribet. Un susto, nada más. Sólo había que esperar que los minutos pasaran. La fiesta terminó a los 8 del segundo tiempo, cuando Avallay convirtió el segundo de Huracán. Silencio y nervios hasta el final. Después, sólo lágrimas. El 2 a 1 sepultó la fiesta porque Independiente venció a Gimnasia. El interventor en la AFA, Raúl D’Onofrio, era hincha de Vélez. Algunas voces aseguran que el título se pudo haber ganado en el entretiempo cuando alguien (de Huracán) sugirió “los dos puntos a cambio de la recaudación”. Vélez dejó impresa su respuesta en la memoria de ese año: “Fue una derrota que equivale a un verdadero triunfo, porque Vélez Sarsfield le hizo un enorme bien al fútbol argentino, a la convivencia, a la caballerosidad y a la decencia deportiva”. Fue también una herida muy difícil de cicatrizar. Nadie se conformó entonces con el subcampeonato como no se conformarían después, cuando el equipo perdió la definición del Metropolitano de 1979 ante River y la del Nacional de 1985 frente a Argentinos Juniors. Faltaba algo y había que conseguirlo.
1973. – VÉLEZ SE AGRANDA.
Por decreto número 26, firmado por el presidente Juan Domingo Perón, el 17 de octubre el Gobierno cede a Velez una extensión de terreno estimada en aproximadamente seis hectáreas, donde se erigirá el actual Polideportivo del Club.
1978. – SUBSEDE DEL MUNDIAL.
El Ente Autárquico Mundial ‘78, que tomó a su cargo la realización de la Copa del Mundo, remodeló el estadio de acuerdo a las exigencias de la FIFA, para que fuera subsede en la ciudad de Buenos Aires. Se construyeron nuevas plateas, que sumadas a las tribunas ya existentes elevaron a 50.000 personas la capacidad del “José Amalfitani”.
1979. – … Y TAMBIEN TENIS.
Con la inauguración de once canchas, el tenis queda incorporado a la vida del Club
1987. – EL PAPA EN VÉLEZ.
El 10 de abril, el José Amalfitani es convertido en Templo y Altar para recibir a Su Santidad Juan Pablo II, como sede de la Misa Concelebrada oficiada por la Renovación del Envío Evangelizador. “Pido a Dios que Argentina camine en la luz de Cristo”, dijo el Sumo Pontífice en el mensaje que dirigió a los más de 55.000 fieles que asistieron al encuentro, entre quienes se contaron invitados especiales, sacerdotes, seminaristas, religiosas y demás miembros de la Pastoral Católica. El 13 de agosto del mismo año, Vélez es nuevamente escenario de una jornada eucarística de especial devoción para la grey católica: la clausura del Año Mariano Internacional.
UN LUGAR PARA EL VÓLEY.
El 2 de abril se inaugura el Miniestadio de Vóley del Polideportivo, ubicado bajo un sector de la Autopista AU6 y denominado “Ana Petracca” en homenaje a quien fuera gran propulsora de esta actividad en Vélez.
1993-1998. – LOS MEJORES DEL MUNDO.
Fueron seis años inolvidables, que llevaron al club a lo más alto de la consideración mundial. En su transcurso, el equipo, bajo tres directores técnicos distintos (Carlos Bianchi, Osvaldo Piazza y Marcelo Bielsa), conquistó nueve títulos de campeón, ganando torneos importantísimos tanto en el orden local como en el internacional.
1993. – EL CLAUSURA.
El 10 de enero, en el Hotel Las Nieves de Necochea, el equipo inicia la pretemporada bajo la conducción de Carlos Bianchi, el máximo goleador de la historia del Club, quien regresó de Francia, donde vivía, para asumir esa responsabilidad. Eligió a Carlos Ischia, otra vieja gloria, como ayudante de campo, y al profesor Julio Santella como preparador físico. Fiel a sus raíces, Bianchi renovó el plantel con jugadores de las divisiones inferiores, promoviendo como titulares (algunos ya habían jugado algunos minutos en primera) a Marcelo Gómez, Bassedas, Omar Andrés Asad y José Flores, y confirmando a muchos que habían subcampeones del Clausura de 1992 con Eduardo Luján Manera como técnico, entre ellos José Luis Chilavert, Héctor Almandoz, Roberto Trotta, Víctor Hugo Sotomayor, Raúl Cardozo, Carlos Compagnucci, José Horacio Basualdo y Walter Pico. Cuando faltaban cuatro fechas, Vélez obtuvo un triunfo clave: con nueve jugadores, por expulsión del “Negro” Gómez y Bassedas, le ganó 1 a 0 a Argentinos Juniors (gol de Asad) en cancha de Ferro, y le sacó tres puntos de ventaja al segundo, River, cuando sólo faltaban jugar seis (todavía se otorgaban 2 puntos al ganador). Una inesperada derrota como local ante Rosario Central acercó e Independiente y River, pero, en la penúltima fecha, River perdió con San Lorenzo, Independiente empató con Belgrano de Córdoba y Vélez, en la Plata, también igualó 1 a 1 con Estudiantes, con un penal que ejecutó Chilavert bajo una tremenda lluvia. Vélez jugó por la tarde y debió esperar el resultado de Independiente, que lo hizo a la noche. Cuando terminó el partido en Avellaneda, la igualdad consagraba campeón a Vélez. En Liniers se abrieron las puertas del estadio y el público que lo invadió se abrazó con los jugadores, que desde la zona céntrica de Buenos Aires, donde concentraban en el Hotel El Conquistador, se llegaron hasta el Fortín previo paso por el Obelisco. Fue un festejo emotivo, que se prolongó hasta las dos de la mañana en medio del lodazal del campo de juego, bajo una tenue garúa y un frío infernal.
1994. – LA COPA LIBERTADORES SE QUEDA EN LINIERS.
El título nacional conseguido el año anterior llevó a Vélez a la Copa de Libertadores en 1994. Ese año, y jugando contra Deportivo Español, Chilavert convirtió su primer gol de tiro libre. En la Copa, “Chila” sería implacable en la ejecución y contención de penales. Vélez clasificó primero en la fase inicial, relegando a Boca (1-1 y 2-1), a Palmeiras (1-0 y 1-4) y a Cruzeiro (1-1 y 2-0). Con los uruguayos de Defensor, en los octavos de final, se vivió una dramática definición por penales (4-3), que José Luis Chilavert simplificó atajando dos, ejecutados por Almada y Dos Santos. Para Vélez convirtieron Trotta, Chilavert, Esteban González y Flores, y Almandoz lo desvió. En cuartos de final, el conjunto fortinero superó a Minervén, de Venezuela, empatando 0-0 como visitante e imponiéndose por 2-0 de local. El rival en la semifinal fue Junior, de Barranquilla (Colombia). Los resultados fueron similares: 2 a 1 para el local, allá y acá. Por lo tanto, la definición también fue por penales, pero en Liniers. Con la tranquilidad de siempre, Trotta, Chilavert, Zandoná y Pompei convirtieron los suyos. Al Turu Flores se lo atajaron. Era el último de Vélez y los colombianos, que hasta allí habían convertido todos, dejaron en Méndez la ejecución del último, mientras sus compañeros iniciaban festejos e incidentes en el medio del campo. Chilavert salió de su arco, puso orden, dijo lo que tenía que decir y regresó tranquilo. Y cuando Méndez pateó, se lo atajó. A empezar de vuelta. Basualdo convirtió y Ronald Valderrama, hermano del “Pibe”, que ya había convertido el suyo, lo tiró desviado. Vélez era finalista. San Pablo, el promocionado equipo de Telé Santana, era su rival. Con baile, pero sólo un gol de diferencia (Asad) ganó Vélez en Liniers. Había que revalidar esa ventaja en el Morumbí. Allí, a estadio lleno (100.000 hinchas aportaron los brasileños y 3.000 Vélez) se jugó la finalísima el 31 de agosto. San Pablo se puso en ventaja con un penal de Müller. A los 64 minutos fue expulsado Cardozo. Con diez hombres y dos de ellos visiblemente lesionados (Marcelo Gómez y el “Pepe” Basualdo), Vélez aguantó los 90 minutos y los 30 de suplementario, para conseguir lo que quería: definir por penales. Lo consiguió. Empezaron los brasileños y el primer remate, el de Palinha, lo atajó Chilavert, como para poner diferencias de entrada. De ahí en más fueron convirtiendo todos: Trotta, Chilavert, Zandoná y Almandoz para Vélez. El último, el que definía la Copa, quedó para Roberto “Tito” Pompei. Un zurdazo tremendo y la pelota que se clavó en el ángulo izquierdo, alto, del arco que defendía Zetti. Jugaron ese partido Chilavert; Trotta; Zandoná, Almandoz, Pellegrino y Cardozo; Basualdo, Gómez y Bassedas; Asad y Flores (Pompei). Jamás una conquista tuvo un festejo tan largo. La policía obligó a los hinchas de Vélez a que se quedaran en su lugar hasta que abandonara el estadio el último brasileño. Tardaron una hora y media, pero nunca una orden fue acatada con tanta felicidad, porque mientras los 3.000 velezanos explotaban de felicidad en la tribuna, a pocos metros de ellos, los acompañaron los flamantes campeones de América en una comunión sin igual. Ahí nació, para siempre, la canción que ahora baja de la tribuna como canto de victoria: Vélez sos mi alegría/ vos sos mi pasión/ yo te llevo en el alma/ te llevo en el corazón./ Todos los momentos que viví/ todas las canchas donde te seguí/ cada campeonato que ganamos/ la Copa que levantamos/ cuando fuimo’ al Morumbí.
LA VILLA OLÍMPICA.
El 21 de junio, Vélez recibe del CEAMSE (Coordinación Ecológica Área Metropolitana Sociedad del Estado) el derecho de usufructo por 20 años, con opción de compra, de 18 hectáreas en Camino del Buen Ayre y Acceso Oeste, Partido de Morón, donde a partir de entonces comenzará a construir su monumental Villa Olímpica. Se confiere asimismo al Club la responsabilidad de cuidar la hermosa reserva ecológica de 14 hectáreas vecina a dicho predio, llamada “Parque Malvinas Argentinas” y disponible para su uso y recreación por parte de los socios de Vélez y de la comunidad en general.
¡CAMPEÓN DEL MUNDO!.
La Copa Europeo-Sudamericana y la Toyota esperaban en Tokio para que el 1 de diciembre se las llevara el vencedor entre el mejor equipo de Europa y el de América. Europa presentó al Milán de Fabio Capello. América, al Vélez de Carlos Bianchi. El imperio financiero de Silvio Berlusconi contra once hombres de carne y hueso y el alma de un barrio detrás de ellos. ¡Y el imperio se vino abajo! Lo derrumbaron Roberto Trotta con un penal, a los 12 minutos del segundo tiempo, y un golazo a lo argentino, de puro guapo, del “Turquito Asad”, siete minutos después: 2 a 0. ¿El equipo? Chilavert; Almandoz, Trotta, Sotomayor y Cardozo; Basualdo, Gómez, Bassedas y Pompei; Asad y Flores. Eran campeones del mundo. Sorprendidos, asombrados, los aplaudieron los hombres de Capello: Rossi; Tassotti, Baresi, Costacurta y Maldini; Desailly, Albertini, Donadoni y Boban; Savicevic y Massaro.
1995. – APERTURA TRIUNFAL.
Con toda la grandeza a cuestas, Vélez revalidó sus títulos en 1995 al conquistar el campeonato Apertura, con los mismos hombres de siempre más el refuerzo del jujeño Marcelo Herrera y algunos juveniles promovidos por Bianchi. Una racha espectacular: seis victorias en los últimos seis partidos (contra Gimnasia y Esgrima, Colón, Argentinos Juniors, San Lorenzo, Belgrano e Independiente) le allanaron el camino, que alcanzó su culminación la calurosa tarde del 17 de diciembre cuando, en Avellaneda, y con goles de Trotta (de penal), Camps y Basualdo, el conjunto dirigido por Bianchi venció 3 a 0 a Independiente. Esa tarde, el equipo formó con Chilavert; Zandoná, Trotta, Pellegrino y Cardozo; Basualdo, Compagnucci y Bassedas; Camps; Pandolfi y Flores. Una curiosidad: el goleador velezano fue el zaguero Roberto Luis Trotta, con 7 tantos.
1996. – OTRA COPA: LA INTERAMERICANA.
La juegan, habitualmente, el campeón de la Libertadores con el de la CONCACAF (Confederación de Fútbol de Centroamérica y el Caribe). Vélez la disputó, y la ganó, frente al Cartaginés, de Costa Rica. Fue empate (0 a 0) el primer partido en Costa Rica, y en la revancha, en Liniers, dos goles del “Turu” Flores le dieron el triunfo y la Copa a Vélez Sarsfield.
¡BICAMPEON!.
Cuando un equipo repite su consagración en forma consecutiva desnuda una capacidad técnica y una fuerza moral envidiable. Y Vélez lo demostró al adjudicarse el Clausura con una gran efectividad y un sólo partido perdido, contra Estudiantes por 2 a 1. Además, superando el cambio de director técnico a cuatro partidos del final, cuando Carlos Bianchi lo dejó en manos de su ayudante Osvaldo Piazza para tentar fortuna en el fútbol de Italia. Un gran triunfo en un partido muy exigente, contra Belgrano, en Córdoba (2-1) con goles de Posse y Camps, dejó a Vélez en la antesala del título, que llegó siete días más tarde al empatar, en Liniers, 0 a 0 con Independiente. Esa tarde, las manos de Chilavert volvieron a ser decisivas porque le atajó un penal a Burruchaga en los últimos minutos de juego. Jugaron, esa tarde, Chilavert; Zandoná, Banegas, Pellegrino y Cardozo; Herrera, Gómez, Bassedas y Camps; Posse y Flores.
SUPERCAMPEON.
La Confederación Sudamericana creó la Supercopa para que la disputen los vencedores de la Copa Libertadores. Puso en juego un hermoso trofeo y tentó a Vélez, que se lo llevó a sus vitrinas gracias a una campaña memorable que le permitió superar en los octavos de final a Gremio de Porto Alegre (3-3 y 1-0) y a Olimpia de Asunción (3-0 y 1-0); en la semifinal a Santos, de Brasil (2-1 y 1-1) y en la final a Cruzeiro, de Belo Horizonte, por 1 a 0 allá y 2 a 0 en Liniers, convirtiéndose en el primer equipo argentino que ganó en el Mineirao de Belo Horizonte. La vuelta olímpica la dieron Chilavert; Zandoná, Sotomayor, Pellegrino y Cardozo; Morigi, Claudio Husaín, Gómez y Bassedas; Posse y Camps.
1997. – RECOPADO.
Otro invento de la Confederación Sudamericana y otra copa para Vélez: la Recopa, que anualmente jugaban los ganadores de la Copa Libertadores y la Supercopa. En 1997, llegaron respectivamente en esas condiciones River Plate y Vélez Sarsfield. Un partido a suerte y verdad y otra consagración. Vélez ganó nuevamente por penales, con un Chilavert no tan excepcional como de costumbre en la ejecución (Burgos atajó el suyo) pero sí en la contención (atajó los de Gallardo y Trotta).
EL POLI, BIEN DE VÉLEZ.
Mediante una ley sancionada por el Senado y la Cámara de Diputados de la Nación, Vélez consigue la cesión definitiva de las tierras del Polideportivo, dejando así sin efecto la intimación hecha por un funcionario para la devolución al Estado de esos terrenos.
1998. – EL TURNO DE BIELSA.
La base histórica (Chilavert, Zandoná, Pellegrino, Cardozo, Compagnucci y Bassedas) apuntaló la renovación táctica que puso en marcha Marcelo Bielsa al hacerse cargo del equipo. Ya tenía consolidados a Claudio Husaín, a Méndez y a Camps. Les dio confianza a Pandolfi y Cordone y promovió a Lucas Castromán, un chico de la sexta división. Así armó el equipo campeón del Clausura, que alcanzó su consagración derrotando a Huracán por 1 a 0 en el Amalfitani con gol de Posse.
NUEVO ESTADIO DE BASQUET.
El 17 de diciembre se inaugura el actual estadio de básquet de la Institución, denominado “Víctor Barba” en homenaje a un recordado dirigente del Club y propulsor de ese deporte.
OBRAS EN LA VILLA.
Se inicia la construcción de la espectacular concentración de fútbol profesional que el Club posee en su Villa Olímpica de Ituzaingó.
1999. – EL CAMPEON DE TODO.
La década del 90, la era dorada en la historia del Club, sirvió para llenar de alegría el cemento que sostiene a una de las instituciones deportivas más grandes del mundo. Social y culturalmente, muy por arriba de otras con mucho más nombre. El lema “Cultura y Deporte” que ilumina la entrada al Polideportivo señala el camino. El desarrollo del cuerpo y de la mente marcaron, desde siempre, la razón del ser velezano. La década del ‘90 le agregaría el fuego sagrado con que entra al tercer milenio: el alma de campeón. Vélez tiene alma de campeón. En todo. En educación, en cultura, en cualquier competencia deportiva. Los padres dejan a sus hijos de dos años en la guardería y después los acompañan en sus pasos por el Jardín de Infantes, la Escuela Primaria, la Secundaria y la Terciaria, a través del profesorado de Educación Física. Son 25 las actividades que se desarrollan en el Departamento de Cultura (desde la enseñanza de inglés, francés, portugués y danzas, hasta yoga o teatro) y 35 en el Departamento Deportivo, en la especialidad que se quiera. En el estadio, en el Polideportivo aledaño o en la Villa Olímpica de Ituzaingó. Muchos años atrás, más de 50, el espíritu visionario de Don Pepe Amalfitani le permitió dejar unas palabras que, más que una frase, fueron una premonición: “Cada chico que entra a Vélez es un campeonato que se gana”. Suficiente para explicar por qué hoy Vélez es el club más campeón de la Argentina.