Esa remontada heroica no es de cualquiera, no es de todos los días. Erronamente la mentalidad general fue de subestación hacia el equipo chileno (hablamos de hinchas, no de jugadores, que quede claro), como que el partido debía ser fácil. Por eso la sorpresa fue mayúscula cuando nos vimos sorprendidos por un resultado anodino que nos dejaba muy mal parados y bastante preocupados. El Campeón estaba siendo borrado y urgían respuestas. Y si lo meramente futbolístico no resulta, habrá que apelar a lo anímico nomás. Sobra, abunda, rebalsa. El amor propio transformado en jerarquía puede lograr epopeyas como éstas. Por supuesto que la mano del Tigre, esa muñeca para leer el juego y acertar en los cambios tuvo mucho que ver; adentro Caruso, Zárate y Somoza para mostrar todas las cartas y quemar las naves. Ahí está el regocijo de tener recambio, de poder elegir entre hombres de primer nivel y de que entre todos repartan fuerzas y energías.
Se siente el trajinar, claro que sí. Veremos que decide Gareca en esta seguidilla pero hay que estar alerta a que tanto batallar no pase factura en cuanto a merma de rendimiento. Atención con eso. Por lo pronto la próxima escala es recibir a un clubcito pequeño con delirios de grandeza. Lo recibiremos como se merecen, como lo indignos que son. La vida es bella cuando se puede gozar tanto. Cuando ser fortinero es un estilo de vida que solo sabemos saborear los que nacimos para ser felices. ¡¡ Por más triunfos, carajo !!.
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