Vélez Sarsfield

Caló hondo la tempranera y repentina elimación de la Copa. Esta Sudamericana que aún falta en nuestras abultadas vitrinas y que nuevamente nos fue esquiva demasiado temprano. Todas las energías puestas, entonces, en un Torneo Apertura que nos recibió como favoritos, como candidatos, con todas las loas del mundo del fútbol. Y que embaló a un Pueblo Fortinero ávido de más gloria. Pues bien, los dos últimos empates en cero fueron algo así como un freno de mano a semejante arranque y nos hizo bajar de la punta que ahora nos queda a una unidad del innombrable e indeseable. De todos modos la realidad indica de que no siempre se puede ganar, que los rivales nos juegan distinto al resto (y más motivados) ya que consideran al equipo de Gareca como el mejor. Por eso cuando se hace dificultoso conseguir los tres puntos, el paso siguiente es abrochar uno. El final del campeonato dirá si finalmente sirvió dicha unidad en determinado encuentro.

Otra realidad concreta es la mala racha en cuanto a los lesionados y el saber a ciencia cierta de que el plantel se achicó considerablemente con respecto al semestre anterior. Por eso el Tigre debe apelar al rompecabezas para definir la estructura y, por ende, el andamiaje no puede ser el mismo porque los actores interpretan distintas funciones a los lastimados. Entonces en Sarandí tuvieron que intentar complementarse Somoza y Razzotti y no hubo un nexo con los tres delanteros que por más que bajaran a hacerse de la pelota, siempre la recibían sucia y tardaban más en posicionarse de cara al gol. Quizá Martínez es el que sentía mejor el rol del traslado y mostró sus conocidas virtudes, pero es evidente que el estar sin su socio Moralez (como repercute su ausencia) lo hace hacer horas extras que al final lo termina desgastando. Mención aparte para la notable tarea de Barovero, ratificando que los arqueros también ganan partidos, ya que sus tres intervenciones notables que impidieron la caída del arco resultaron vitales para no tener que dar vuelta un resultado en un escenario incómodo.

El viernes se viene un partido a priori accesible pero todos sabemos que nunca se gana antes de jugar por lo que no hay que subestimar a nadie. Esperemos que los lesionados estén a la orden del cuerpo técnico y poco a poco la columna vertebral retorne a las pistas. Y que el freno de mano se desactive para volver a la victoria. De local debemos ser imbatibles y luego sí empezar a hacerse efectivos fuera de casa para acrecentar las chances de manera más firme. Que así sea.